Artículo de Trillo: Tres Estilos de Hacer Escuela

El artículo del profesor Trillo muestra tres tipos de paradigmas educativos: el técnico, el práctico y el crítico.

Aquellos profesores que siguen un estilo técnico ven su trabajo como algo rígido, una estructura bien definida por la ley, con normas claras que han de cumplirse y ellos cumplen. Cumplir con lo que dice la ley no está nada mal, salvo que esa ley no sea eficaz o esté incompleta en algunas de sus partes (como suele pasar). Estos profesionales no se involucran en el proceso de enseñanza para crear y cambiar, innovar y mejorar, todo lo nuevo les resulta una molestia porque ellos ya tenían su método de trabajo, que si bien no les venía a sus alumnos, a él o ella sí que le funcionaba, él cumplía con lo encomendado, así que su conciencia está tranquila. Pienso que esta manera de ver la educación no puede ser más errónea, muchos piensan que con cumplir con la tarea diaria de “dar la lección” y tener todos los papeles al día es más que suficiente, estilo que considero muy egoísta: “yo cumplo con lo mío, el otro que se las apañe” olvidan que estamos tratando con personas, que nuestro trabajo consiste en primera instancia hacer personas mejores, más responsables, autónomas y capaces de crear un mundo mejor; nuestro trabajo no consiste en cumplir con lo establecido, nuestro trabajo no es para nosotros mismos sino que estamos al servicio de la sociedad.

Los que siguen el estilo práctico están comprometidos con la mejora de la enseñanza, ven el currículum como una hipótesis, algo que puede ser, pero que debe ser demostrado. Estoy totalmente de acuerdo con esta línea de actuación, ya que el hecho de que algo esté establecido no quiere decir que sea bueno, ni mucho menos lo mejor, sino que es una posible manera de hacer las cosas, y si no funciona se debe cambiar, y debemos estar comprometidos con ese cambio.

En el estilo crítico vemos que aquellos que lo siguen entienden la educación como algo democrático, participativo y colaborativo, que reflexiona sobre sí misma, y esto es un punto muy importante, ya que sin la reflexión, el análisis y la evaluación sobre lo que estamos haciendo no podemos dirigirnos a ningún puerto seguro, debemos evaluarnos para saber dónde fallamos, diagnosticar nuestros problemas para poder así ponerles solución, esto es, introducir los cambios oportunos y no cambiar por cambiar. Sin embargo, no comparto la última idea “o nos salvamos todos, o no se salva ninguno”, creo que esto es un poco radical, es cierto que una de las bases para que funcione la educación es la colaboración y coordinación (desde todos los puntos de vista: entre profesionales, familia-maestros, escuela-empresa…) pero tampoco creo que sea un “todo o nada”, intentaremos que sea todo, pero mejor tener algo que no tener nada.

 

En definitiva, considerando los tres estilos, creo que me considero práctica-crítica.

 Para mí la educación es un tipo de trabajo que nunca se detiene, siempre están surgiendo nuevas ideas y nuevos retos, es algo que siempre se puede mejorar, la sociedad cambia y nosotros tenemos que cambiar con ella.

En cada aula tenemos al menos veinte niños, cada uno con unas circunstancias, habilidades, capacidades… diferentes y mejorables; y nosotros mismos somos mejorables, el ser humano deja de aprender el día en que muere, y puesto que somos mejorables y podemos aprender, es de lógica y sentido común que las cosas tienen que cambiar para mejorar, y que somos nosotros los que tenemos que hacer que cambien. A mí no me vale que como el sistema no está bien yo sigo haciendo lo que me dictan porque es lo que tengo que hacer, si sé que el sistema no está bien tengo que intentar cambiarlo, aunque sólo sea un pequeño grano de arena.

 

 

De acuerdo contigo, también sigo las líneas de las características del estilo práctico, mayoritariamente, y del crítico en segunda instancia, aunque complementándose el uno al otro. Me gusta saber de qué va la ley, pero, sin embargo, no hago siempre lo que viene impuesto por la misma. Me preocupo más de lo que realmente es beneficioso para mis alumnos, intento que el proceso enseñanza- aprendizaje esté caracterizado por una implicación de los niños, además de por sus familiares, de una manera directa y colaborativa. Es importante, sí, cumplir con la programación establecida y tener en cuenta los libros como eje al que seguir, pero de manera que los alumnos se sientan motivados y sin dejarse a otros atrás por tal de acabar la programación a tiempo. Que disfruten a la vez que aprenden es uno de mis objetivos principales. Así, no aprenderán de una forma rutinaria, sino que buscarán ellos mismos el aprendizaje. Para llegar a conseguir esto, por supuesto es imprescindible una evaluación por parte del profesorado hacia su propia metodología de enseñanza, lo que correspondería más con el estilo crítico, de manera que sepamos en cada momento lo que es más necesario y propicio para nuestros alumnos, lo que funciona y lo que no, teniendo en cuenta la diversidad en cuento a caracteres, habilidades, capacidades... de nuestros estudiantes. Creo que esto se puede conseguir, sobre todo, teniendo un equipo de docencia, "compañeros" con una misma perspectiva de logro y de funcionamiento, que sepan comprometerse los unos con los otros y sacando lo mejor de los distintos puntos de vista que cada docente tenga.