Entre les murs

                                                                                 

LA CLASE                                                                   

Esta película refleja el día a día en un instituto francés de un barrio conflictivo, donde la mayoría de alumnos son inmigrantes.

El profesor de lengua es además el tutor de la clase, así que ejerciendo su papel de tutor, habla con sus alumnos de cuestiones donde hay diferencia de opiniones, bien entre alumnos o entre los alumnos y él mismo. Estas conversaciones en el aula dan lugar a situaciones difíciles, llegando a ser violentas en algunos casos, donde tanto el profesor como los alumnos pierden los estribos.

El tema que trata la película en mayor profundidad es cómo se producen las situaciones conflictivas, lo que sucede y cómo acaban.

Bajo mi punto de vista, este es un claro caso de fracaso en el sistema educativo a causa del profesorado. El profesor tutor de la clase intenta con toda su buena intención resolver las dudas de los alumnos respecto a temas sociales, e intenta que sus alumnos sean respetuosos. Cree que resolviendo estas dudas la clase podrá continuar, es decir, le da más importancia a los temas transversales que a la propia materia, haciéndonos ver que si estos temas no se resuelven no se podrán aprender los contenidos.

Es aquí donde reside el problema de este profesor, está bien darle importancia a lo que piensan y sienten sus alumnos, dejándoles expresarse libremente y con respeto, pero falla en su metodología, le da demasiada importancia a estas cuestiones, no distingue bien qué es lo que se debe hablar en clase y qué se debe hablar en privado o en tutoría. Hay algunos alumnos que tienen una mala actitud en clase, que interrumpen la clase para comentar algo que se ha dicho en otra situación (un alumno le pregunta al profesor si es homosexual, otro alumno le pregunta por su media en las calificaciones…) y el profesor responde a estas dudas, entrando en el juego de los alumnos, poniéndose a su nivel, dejando de lado la clase de lengua… así el profesor se siente intimidado, incómodo, empieza a ponerse nervioso y pierde los estribos hasta el punto de llegar a insultar a un par de alumnas, hecho que deriva en un altercado aún más violento: el chico más conflictivo intenta defender a sus compañeras, el profesor le responde, el alumno intenta irse, él intenta detenerlo… toda una cadena de problemas que se van haciendo cada vez más peligrosos y que podrían haberse evitado si el profesor hubiera puesto sus límites más firmes.

No es bueno contestar a los problemas de los alumnos que no vienen al caso durante la clase, debería de haberle dicho “si tienes alguna duda sobre eso, que no tiene nada que ver con lo que estamos viendo ahora, pregúntamelo cuando acabe la clase, o en horas de tutoría, o en el recreo” mitigando de esta manera un problema innecesario, una participación de todos en un problema que no tiene por qué concernirles, una salida de tono, en definitiva, en una creación de una mala atmósfera que acaba de manera violenta.

En segundo lugar, y con respecto a esta misma situación, el profesor intenta detener físicamente al alumno que está fuera de sí y quiere salir de la clase. Esto es otro de los fallos que comete el profesor, que en ese momento piensa más en cumplir con las normas del centro “no se debe salir de clase” que en resolver el problema: si el alumno está fuera de sí y quiere salir, mejor será que salga y se despeje, después hablará con él y hará lo pertinente.

Actuando de esta manera, al final, el profesor está quitándose autoridad a sí mismo, no se hace respetar, ya que les da rienda suelta a sus alumnos: hace lo que ellos quieren cuando ellos quieren, y a la misma vez pretende hacerse respetar de manera autoritaria (por ejemplo cuando pide a una alumna que se disculpe haciéndole repetir exactamente la frase que él ha dicho y no deja que se marche hasta oír la frase.)

 Así que él mismo se contradice en su metodología, pretende ser un buen profesor: implicándose en la vida de sus alumnos, preocupándose por ellos, por sus intereses y por sus preocupaciones, ayudándoles a expresarse emocionalmente… pero se equivoca en el cómo y en el cuándo, y eso echa por tierra toda su buena voluntad.

También tengo que destacar que el profesor felicita a sus alumnos en sus logros, el alumno conflictivo hace un buen trabajo y el profesor lo expone para que lo vean los demás compañeros, ahí el alumno deja de estar apático y empieza a estar contento, cosa que debería haber aprovechado el profesor para seguir fomentando esta motivación e interés del alumno para cambiar su actitud pasiva, pero se queda ahí.

A modo de conclusión, he de decir que si los profesores queremos ser respetados, somos nosotros mismos quienes tenemos que respetarnos primero, la autoridad y el respeto no se ganan solamente con un título, sino que hay que hacerla ver desde nosotros, y para ello no hace falta ser autoritario, simplemente, hace falta saber poner unos límites y unas reglas, y llevarlas a cabo.